
Tropicales, especiados o con poderes de supervelocidad: platos que solo probarás en Jamaica
i vas a Jamaica y pruebas el clásico desayuno isleño de ‘ackee’, pescado salado y plátano frito, podrás confirmar que las buenas vibraciones no solo provienen de su música. El ‘ackee’, la fruta nacional de la isla –que cuando está verde es venenosa y cuando está madura se vuelve comestible– se agrega a todo tipo de platos. Es solo uno de los múltiples ingredientes originales que se encuentran en Jamaica, donde las naranjas son verdes y los plátanos gigantes. Caminando por las Montañas Azules –Patrimonio Mundial de la Unesco– es fácil tropezar con el jengibre salvaje que crece entre los árboles; o con los famosos ñames en la pequeña localidad de Sherwood Content, esos tubérculos a los que Usain Bolt atribuye su supervelocidad.
La mezcla cultural de la isla ha creado un crisol de platos donde aflora la influencia de la cocina china, africana, india y británica. Desde el curry de cabra, un plato que trajeron los inmigrantes indios y chinos, hasta la sabrosa sopa Pepperpot, con multitud de verduras, una especialidad de los pueblos tainos que habitaron la región.

El sabor del reggae
La versión vegana de la cocina jamaicana se conoce como ital. Las recetas de los rastafaris jamaicanos, inspiradas en la alimentación hindú, prescinden de carnes rojas y se basan en las frutas y verduras locales. Una apuesta segura donde probar este tipo de comida es Veggie Meals on Wheels, en Kingston, famoso por sus platos veganos y su especialidad de ackee al curry.
En la costa norte, Ocho Ríos ofrece el escenario perfecto para disfrutar de los platos más tradicionales. Merece la pena sentarse en las mesitas de colores de Miss T’s Kitchen para asistir a un festival de sabor que incluye recetas veganas, carne o pescado fresco. Aquí puedes probar cangrejo al horno con salsa de frutas tropicales, gambas con leche de coco y especias o el famoso pollo ‘jerk’, la estrella de la isla.
La técnica ‘jerk’ proviene de principios del siglo XVII, cuando los guerreros cimarrones huyeron del ejército británico y se asentaron en la región de las Montañas Azules. Allí, además de preparar la comida en hoyos bajo tierra para ocultar su ubicación, retomaron técnicas de ahumado ancestrales. Hoy en día se sigue cocinando igual: a la parrilla, bajo troncos de madera y todo marinado con bayas de pimienta, chile picante Scotch Bonnet, tomillo, jengibre fresco y cebolletas. Para catar el pollo ‘jerk’ y ver cómo lo preparan, una de las mejores recomendaciones es el restaurante Scotchies, que cuenta con un local en Ocho Ríos y otro en Montego Bay. Esta última localidad tiene hasta su propio festival dedicado a esta técnica, el Mobay Jerk Festival.

El olor a especias, las parrillas y los hoyos ahumados son tan característicos de Jamaica como el reggae. Cualquier comida se puede cocinar al estilo ‘jerk’, ya sea pollo, cerdo, langosta o pescado. En el sur, la bahía de Calabash es una de las mejores zonas donde probar platos de pescado fresco. Los pequeños pueblos de pescadores se llenan con barcos pintados de colores brillantes junto al mar y de restaurantes aislados.
Como la música, la comida está presente en los lugares más inesperados. Las tiendas de comestibles, las barracas en la playa y los puestos de frutas se convierten en improvisados rincones ‘foodies’. Es habitual ver a gente por la calle comiendo el ‘patty’ jamaicano, una empanadilla con forma de media luna y con una gran variedad de rellenos (pollo, verdura, gambas, pescado…).

Los dulces jamaicanos, como las ‘gizzadas’ (pastel de coco) o el pan de plátano, también son fáciles de encontrar en cualquier lugar y ponen el toque final a esta exuberante mezcla de sabores. O casi, porque antes de pasarnos al café de las Montañas Azules –uno de los mejores del mundo– o a un licor Tía María, podemos rematar con una macedonia de frutas con leche condensada. Es lo que se conoce como ‘matrimonio’. Y a estas alturas, ya queremos casarnos con Jamaica.