Ocho experiencias lujosas en Mónaco
legar a Montecarlo en helicóptero solo supone un vuelo de siete minutos desde el aeropuerto de la ciudad francesa de Niza. Una vez en la capital de Mónaco, es imprescindible alquilar un coche deportivo italiano como los que se encuentran aparcados frente al Casino. El dinero no da la felicidad, pero estas experiencias seguro que ayuden.

Para salir al mar, elige cualquiera de los yates, con ascensor y piscina en cubierta, que se exponen en el Yatch Show. Sus propietarios e invitados se reúnen cada septiembre en el Monaco Yacht Club, diseñado por Norman Foster. El club, con 1.300 socios de 66 países, organiza diversas competiciones a lo largo del año tanto de barcos deportivos como de modelos clásicos.

Si necesitas un ‘outfit’ adecuado para la ocasión, has venido al lugar indicado. La oferta de compras de Mónaco no tiene nada que envidiar a París o Londres. Al menos en lo que a marcas exclusivas se refiere. El barroco centro comercial adyacente al Hotel Métropole y las calles del Cercle d’Or reúnen las firmas más elegantes. Algunos de los centros comerciales más lujosos son La Galerie des Allees-Lumieres y The Monte-Carlo Pavillions, las construcciones temporales con forma de guijarros blancos instaladas en los jardines Boulingrins.

Para entrar en el club de los más V.I.P de Mónaco es imprescindible acudir a la ópera, al ballet o a los diversos eventos que congregan a la familia real monegasca y a famosos actores y músicos. Desde los bailes benéficos de la Rosa y la Cruz Roja al Monte-Carlo Rolex Masters y el Grand Prix de automovilismo, que recorre las calles del Principado en mayo. Este es sin duda el acontecimiento de la temporada. Si el precio diario del amarre de un yate en puerto Hércules es de 4.000 euros durante el Yatch Show, la tasa se dispara hasta 100.000 para la carrera.

Si te quedas sin efectivo, el Casino diseñado por el arquitecto francés Charles Garnier en el siglo XIX está abierto cada día para tentar la fortuna al estilo James Bond. El acceso cuesta diez euros, más otros diez para entrar en algunos salones de juego privados. Las fotos no están permitidas fuera del hall y se requiere chaqueta desde las ocho de la tarde. No se puede vestir uniforme militar ni hábito religioso, pero pecar (de codicia) sí está permitido.

El tiempo es oro, y en Mónaco de eso les sobra. La terraza de Thermes Marins Monte-Carlo es una buena opción donde relajarse. Este establecimiento de 7.000 metros cuadrados forma parte de Monte-Carlo Société des Bains de Mer, la sociedad que agrupa desde hace 150 años las opciones de alojamiento y ocio más lujosas de Mónaco. Desde el Casino y la Ópera al club Jimmy’s y los hoteles Monte-Carlo Beach, Monte-Carlo Bay Hotel & Resort, Hôtel de Paris y Hôtel Hermitage.

Cuando viajas a Mónaco, lo suyo es reservar una suite con vistas al mar o al Casino. No te conformes con menos de cinco estrellas y exige un menú de almohadas. Además de todas estas comodidades, el Métropole ofrece a sus huéspedes las opción de volar en un ‘fighter jet’ ruso como parte de la ‘experiencia Top Gun’ o celebrar una ceremonia de boda bajo el mar. Por si la adrenalina de la ruleta no es suficiente.

Entre los restaurantes con estrella Michelin de los que se puede disfrutar en Mónaco destacan el triestrellado Louis XV, de Alain Ducasse, en Hôtel de Paris, y los dos establecimientos creados por Joël Robuchon en el Métropole: Monte-Carlo y el japonés Yoshi. Este último tiene un ‘sushi bar’ y ofrece ‘Le bento’ un menú con un aperitivo, un plato principal y un postre inspirado en la ‘bento box’ nipona.

Para los que consideran que el lujo también puede ser ecológico, el hotel Monte-Carlo Beach es su opción. Disponen de automóviles y bicicletas eléctricas y el chef Paolo Sari ofrece en el restaurante Elsa un menú 100% orgánico. Porque comerse una pizza parmigiana biológica también puede ser todo un lujo.